Fotografía: cortesía Marisa Formariz

Esta nota la escribí para Revista Cazadora en 2019, una revista que habíamos diseñado junto a mis amigos Nacho Bosero y Fernando Cocchi. Este fin de semana salió el tema sobre este artículo que publiqué en ese espacio.
Me quedé pensando, lo volví a leer y sin dudas, encierra mi forma de ver y hacer las cosas, por eso lo traigo de regreso a la lectura pública, en mi blog de Terapia Emprendedora.

EL MODO CELESTINO

De todas las cosas que me gustan en este mundo, una de la que más disfruto es conocer personas que lo hayan cambiado todo. Esos personajes que hacen que el mundo, tan solo con estar cerca de ellos, sea mejor, posible e infinito.

En los siguientes párrafos, intentaré contarte la historia de una persona que vivió y transformó para siempre nuestro pago querido, Don Celestino Formariz. A quién conozco a través de los relatos de distintos toldenses, del cartel de la plazoleta de bomberos y del relato, mate por medio, de su hija Marisa.

La cocinita

- "La quiero ahora", le decía Luciana de 6 años a su abuelo llorando mientras miraba una cocinita de juguete en la vidriera de Bontempi.

Era un domingo de esos de pasear, y por si hay algún lector muy joven en la sala, en ese momento y en todos los que lo antecedieron, las cosas no estaban disponibles todo el tiempo en todos lados ni a un click de distancia. Para hacérselas simple, hasta los maduros ’80 y un poco más también si necesitabas algo, lo que sea que fuere, solo lo encontrabas en casa Bontempi.

Durante más de cinco décadas, si estabas en Los Toldos y necesitabas un arma, jugar a la quiniela, comprar cigarrillos, juguetes, un electrodoméstico, el diario, o lo que sea, lo encontrabas en esta maravillosa tienda.

La cocinita, 30 años después la usa mi hijo Lucas. La sigo amando como cuando la vi por primera vez en esa vidriera.

 

La historia

El horror de la Segunda Guerra Mundial corre a la familia de Celestino Formariz de España. Una parte de ellos, se van a vivir a Pasteur y el resto a Los Toldos. Como sabemos, todos los inmigrantes llegaron a Argentina acompañados por el espanto y a trabajar de lo que sea.

El primer Bontempi, lo emplazan en lo que hoy conocemos como el local de ‘En Pie’ de Malvina Larrañaga en Mitre y Urquiza, ahí el Sr. Don Juan Bontempi, marido de una tía del abuelo de Celestino Formariz junto con su mujer, Doña Isabel Formariz montan un polirrubro y hacen el reparto de diarios del pueblo.

El destino deja a Don Bontempi en sillas de ruedas y Doña Isabel le pide a su hermana que le envíe a Celestino de 11 años, para que la ayude en el polirrubro y a cambio ella lo criaría y enviaría a la escuela. El niño, deja su trabajo de boyero y se muda desde Pasteur a Los Toldos.

Fue un año a la escuela, en la primer mitad del año hizo segundo grado y en la otra mitad, tercer grado. Aprendió a leer y a escribir, y esta será toda la educación formal que recibirá a lo largo de su vida.

Finalmente, su tío fallece y el joven Celestino queda al frente de Bontempi junto con su tía.

 
UN ADELANTADO

Una de las primeras decisiones que tomó cuando estuvo al mando de la tienda fue pedir la representación de Volcán, que en ese momento era como decir Apple hoy (no sé si tanto, pero la cosa es que era una marca salón, salón).

Y al igual que con esa marca, trajo los primeros televisores, las muñecas Pierangeli o la cocinita que me regalaron a mí. Primicias que solo se conseguían en Bontempi. Toda la zona compraba acá, y él organizaba un reparto con camiones y viajantes, incluso llegó a contar con 30 empleados en la tienda.

Bontempi se convirtió en una MEGA TIENDA. Las noches de reyes era un mundo de gente que entraba y salía del local. Era una especie de evento social para el pueblo.

Fotografía: cortesía Marisa Formariz
Fotografía: cortesía Marisa Formariz


HABITAR EL ESPACIO

La tienda se muda tres veces más, primero al terreno que compra en Mitre 640 y luego al local de al lado, en el que hoy funciona Naldo Lombardi y por último, permanecerá emplazada en la cabeza y el corazón de todos los toldenses.

Cuando se comandan marcas o negocios con corazón y paciencia, se transforma el entorno para siempre. Hay una convivencia transformadora y evolucionadora, que hace que la obra trascienda cualquier tiempo.

Esa trascendencia, en este caso, además de la novedad y variedad de productos que había en Bontempi, se la otorga el alma inquieta de Celestino, quién no conocía de limitaciones, solamente sabía hacer, resolver, gestionar y activar.

Ni bien pudo, se trajo a su familia de Pasteur para que trabajen en Bontempi. A sus padres, les compró una quinta para que se instalen y allí mismo, instalo un aserradero para quiénes no querían trabajar en el comercio.

Fue corresponsal del diario La Nación. Él recibía las noticias del pueblo y luego las enviaba por télefono.

Fue Presidente de la Cooperadora Policial.

Fue Presidente de la Comisión de Amigos de la Calle Mitre, en la que un grupo de vecinos y comerciantes se reunían para darle impulso a la actividad comercial y obtener beneficios en común como por ejemplo, lograr el tendido eléctrico.

Tuvo una confitería con pizzería, heladería, que estuvo de moda pero no pudo sostener. Estaba ubicada en la esquina de Mitre y Urquiza. Cuando cerró, la convirtió en una perfumería mayorista.

En ese momento, hubo dos incendios grandes, uno en la tienda y otro en el Banco Nación, entonces junto con el gerente del banco y otras personas deciden darle inicio a la creación de bomberos. Celestino fue fundador de los Bomberos Voluntarios de General Viamonte. No sé si se dan cuenta la magnitud de los hechos, si se prendía fuego tu casa, venían de Junín a apagarla.

Fue parte de Rotary.

Fomento la creación de la Escuela Especial. Sí, es impresionante el espíritu transformador de Celestino. No era solo lo comercial lo que lo movía, lo movía el deseo de transformarlo todo. El hijo de un vecino era discapacitado y lo tenían que enviar a Junín para que recibiera educación. Algo impensado para nuestros tiempos. ¿Qué hizo nuestro amigo? Averiguo que necesitaba para crear la escuela, el obispado le dono las tierras y con los Defendente gestionó los recursos.

En el patio de la casa, funcionaba una imprenta y también, había un lugar dónde hacían service a electrodomésticos, las cocinas y estufas a kerosene.

Más tarde, se mudó a Capital Federal para desarrollar el negocio de las loterías provinciales, que estaban prohibidas en la provincia de Buenos Aires.

No se preguntaba tanto, veía la oportunidad, la necesidad, el deseo, y muy intuitivamente, hacía, construía. No dudaba, no pensaba en imposibles. Agarraba el auto y salía. Llamaba a un contacto. Resolvía. Conectaba información y personas.

Dicen que cuando no hay nada, es el momento más creativo y potencial de todos. Sin dudas, un visionario, alguien que supo ocupar y construir para siempre, permanecer más allá de la vida física, sin saberlo y sin buscarlo.

Fotografía: cortesía Marisa Formariz

EL MODO CELESTINO

Marisa me cuenta que tiene una amiga que tuvo una vida muy dura pero que a pesar de todo, siempre se la ve sonriente y feliz. Dice que mucha gente se sorprende de su actitud ante la vida y que le preguntan, ¿Cómo haces para estar así? A lo que ella responde ‘¿Sabes quién me enseñó a ser así?, Don Celestino Formariz, lo aprendí en Casa Bontempi.’

Porque en casa Bontempi, siempre te recibían con una sonrisa, él mismo estaba la mayoría de las veces en la entrada del local. Decía que esta actitud era vital para que los clientes regresaran.

El modo Celestino era para que los clientes vuelvan, es para que nuestra actitud ante la adversidad siempre nos haga mejores personas, es para crear el bien común y es acción transformadora que todo lo trasciende.



Fotografía: cortesía Marisa Formariz